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martes, 2 de marzo de 2010

En el haber de la añoranza



Me pregunto si habrás notado cuantas cosas has hecho por mí.

Así como el cocainómano que se rehabilita reincide alguna que otra vez en el vicio, pues de esa misma manera a veces el heroico hermetismo comete una vulgaridad, y en los escritos se muestran más sentimientos de los que quedarían bien. Sucede que hablar de nuestros sentimientos es una atractiva vanidad a la que pocos escapan: hasta el budista, de vez en cuando, ha de cometer la excepción de decir yo.

Ayer he intentado otra vez dejar de amarte. Ese empeño no está mal, salvo por el sentimiento de derrota que sufre el orgullo, pues cuanto más me empecino en tachar a tus rizos y a tu sonrisa estupenda de las ya superestudiadas anotaciones que hay en mi alma amadora, pues más se aferra mi corazón a las manos de esa chiquilla que conocí.

Desde que nos insultamos, no recuerdo haber vivido días tan largos como los de este final de invierno.

Pero aún sigo aquí, contabilizando los días que pasaron sin el ti.




Mediodía 23/2/2010

lunes, 22 de febrero de 2010

Extraño









Echo de menos a tus problemas cielo. La conmovedora indignación con la que me trasmitías tus penas. Improvisar soluciones para tus sufrimientos. Sugerirte denuncias para que tu romántica conciencia no te reproche el haber hecho la vista gorda a las injusticias que el Sino te tenía designadas. Echo de menos el sonar que hacía el eco de tus opulentas onomatopeyas cuando caminabas por el living y sentías el frío. Extraño esa desmedida desaprobación que te provocaban todos los gatos, desde que un felino desbordado se subió en ti para destrozar tu plumas a esquizofrénicos rasguñazos.



Tus suspensivos innecesarios…



Tus viscerales insultos cuando nos enfadábamos. La expectación que ponía en cada una mis palabras, deseando que me llegara una respuesta de ti. ¡Y tus lecturas! ¡Ay, Dios! Los camiones de bomberos y las ambulancias… Echo de menos preocuparme por tu incomprensible patología de alergia. Insistirte para que hagas tu Silva, o que me pidas instrucciones que al final no probarás.



Extraño tus errores.



Extraño ofenderme porque dejabas para segundo lugar a mis textos, y en cambio te ponías a hablar con un imbécil a 20.000 kilómetros. Extraño tu confusión, que te hacía elegir a veces tratarme como si fuera un desconocido. Tu despiadada historia y que corrijas mi seudónimo.



Extraño que cuando menos lo espero… lo eches todo a perder.




















22 de febrero


viernes, 12 de febrero de 2010

Lo dicho y hecho







1 de febrero











Me gusta decir:

“Pienso en el río sin fin alguno. Pienso en la negra y ondeada superficie del Tormes que se escapa abajo del puente, distinta en la orilla y al atardecer”.

Para que el papel no se preocupe finjo que no lloro.

Después del 31 algo había cambiado en Macha. Me dijo que no me amaba como yo a ella, pero de una forma sin clase que me dejó abiertas las heridas del alma y los complejos que me inyectaron las compañeritas de primer grado. Me condenaba en seguida por tonterías, si yo no llamaba ella tampoco: parecía que se completaba con otra voz y otros piropos distintos a los que alguna vez le había dicho. En una diferencia, directamente me dijo que no me necesitaba para nada, siendo que antes siempre me recordaba cuánto me necesitó. A esa necesidad, le contestaba que le pertenecía.

Y así era.

La descubrí en otra cosa que prefiero no mencionar, por si acaso algún día nos damos otra oportunidad, yo ya estaré acostumbrado a no repetir el tema y entonces las cosas no se estropearán más. Me aferro a la indigna esperanza de que otros hombres no le hayan importado. O que le hayan importado los hombres equivocados.



2 de febrero

Ayer los últimos rayos del día soleaban en comedor. Pero donde estoy parece que haya neblina, ya que un tul blanco –salpicado esparcidamente con el bordado de alguna flor- se despliega de arriba hacia abajo sobre el vidrio de la ventana.

Quiero decirte (pues confesártelo me hace bien): ¡Qué maldito vacío es este que siento cuando recuerdo que no volveré a tenerte!

Las páginas de la mañana serán ahora las páginas de ti, puesto que para poder hacer algo que no seas tú necesito antes escribir sobre ti.

Hoy es 2 de febrero. El sol rebota en una hilera de blancas persianas salmantinas. Dentro de los aristócratas rangos arquitectónicos que puedan dar jerarquía a la subtormesinidad, el baptisterio que me da la función de aquel escenario reverberante e iluminativo, vendría a ser como un inamovible soldado, imposible ascendido ni degradado.


Y de repente se descubre que la vida se ha convertido en la pendiente espera de ti. ¡Y, ay, cuantas lágrimas cayeron por ti esta tarde! Pero sabe que duelen más, por que ayer te he podido escuchar dos veces.

Pero mi secreto plan para que todo fuera más bello me hizo reprimir el atenderte -para que hablemos hoy-, y así festejemos que otro dos nos sea destinado para el reencuentro. Tal como lo fue el día en que te conocí. Todos mis enemigos resucitaron luego de veintitantos días sin ti.






Tu ausencia es en mi corazón una herida que no termino por recorrer.

miércoles, 10 de febrero de 2010

El repercutir de tu alma



El practicar caligrafía deberá esperar
A que llegue otro mañana.
Hoy en mis letras cursas ya no hay cabida
Para las explicaciones
Ni los peros.

Menos hay lugar en los renglones
Para las réplicas a aquellos
Amores que han sido falsos
Y no cabalgaron hasta
Las metas de mi añoranza;
Las partes más oscuras
Ya no eclipsan tanto
Como antes de ti.

En mis líneas
Hoy no hacen falta introducciones
Para preambular este mágico apego
Crecido.

El querer hace ya tiempo abandonó
El insuficiente cause de la verdad
Para desembocar en la poderosa oceanía
Del los frágiles te amo.

Sentimientos de firmeza
En impotencias se disfrazan
Al notar que aún no estás lista
Para recibir los ritos versiculares
Del Corintios.

Los te amo se quedaron aguardando
Escuchar a sus ecos
Repercutidos en tu alma.
El eco de mis latidos no volvió a mí
En el alfabeto del alma
Que halla su Tesoro.





El eco de mi amor hoy vuelve a mí
En los gestos de un diferente cotidiano.

El eco de mi amor volvió hasta mí
Como el noble abofeteo de la benevolencia
Que espabiló la ebriedad de todo mi ser.
Ha vuelto a mí como un tintilineo
Que alegremente me sorprende
Cuando estoy atento
A una glosa
Inspirada en mi leyenda.

El eco de mi amor vuelve hasta mí
Envuelto en melodías que no asimilo
Con el típico de la inmediatez.

El eco de mi amor regresó a mí
Como la sufrida cintura de una
Abstinencia que demanda
Las calmantes dosis
De tu arrullo.


10 de octubre
(mediodía)















domingo, 7 de febrero de 2010

Anteperla


Hoy -28 de diciembre- no me alcanzaron las hojas ni la tinta para desahogarme de esta falta de ti. Tus rasgos índigos son la conformación de un místico y complejo

rompecabezas, inaugurado hace un siglo en un ápice de las genéticas antepasadas. Esa confeccionada figura hinduista, obligó a todos mis bolígrafos a que escribieran sobre una partícula de tu historia, antes que de ningún principito mío.

Los cuadernos están cada vez más flacos, pues arranco las hojas que se jactaron con algún que otro de tus Lolita: es que deseoso estoy esperando que alguna vez te haga falta saber cuánto he pensado en ti; así yo desenfundaría del tahalí de mis secretos todas estas carillas, endulzadas con el epígrafe de tu nombre.

Como la rosa azul, la creatividad es algo raro. Y así, como el rocío del amanecer salpica el envolvimiento de ese capullo para que se transforme en la exótica flor, los exactos carameleos de tu amor, tu cariño y tu deseo, han extasiado a mi alma para que vuelva a prosar acerca de este dulce embelesamiento llamado estar enamorado.




Soy un grano de arena
vagabundeando entre penas
lo submarino.

Pasivamente existo
en una mar de tequieros
añorados.

Antes de una fecha
imborrable, fui Poseidón
en esas aguas.



Las líneas que confiesan los deseos de ti son tachadas en los insatisfactorios renglones de la intención, que ocupan la distancia que va desde el erosivo intelecto hasta la hoja, compuesta por sustanciales maderas. Debido a unas vacaciones desinteresadas, los bucles de esta caligrafía tienen más consistencia. ¿Respecto a estas últimas líneas? Diré que aunque abundan en verborragia, son minusválidas en autenticidad. No quisiera ser vulgar hablando de sexo. Tampoco criticaré a quienes lo pronuncian ardorosamente. En mis cuartillas ya experimenté la expresión de mis celos, de mi amor, de mi añoranza… pero hay algo más profundo y también más íntimo: una excitación de la que no llegué a conversar nunca ni con nadie, salvo con el sonido del viento, o en los confines brumosos de mis rebuscadas intelectualidades, he conseguido escribir un poemario de [quizás] unas diez hojas. Yo sólo quiero pensar en ti. Desearte cuando no estás. Desearte pensando que mañana tampoco podré viajar a Madrid. Hoy me leíste sobre la emoción, pues yo te digo que este sentimiento deja aparecer su sabrosa y jugosa pulpa cuando, pellizco a pellizco, voy quitando la fantasmagórica cáscara de los valores que me implantó este mundo. Este sentimiento es una emoción que se inflama cuantos más pensamientos tengo de ti.

En cada cosa estás tú. Acompañas los marcos azules donde van centradas desde hace décadas las preescolares fotografías, encoladas finamente sobre la contraportada del cuadro.






(Anochecer)

Timorata





Vuelvo al bon-sai pespunteado con hojas duras, a la sinergía del amanecer tormesino, a sus horizontes urbanizados y a sus nubes, que van adquiriendo tonos violetas, conforme el sol atraviesa la ruta de su cenit impreciso.

Los edificios asiluetan a los vientos, dándoles filosas formas e hiriéndolos de tal manera que profieren nobles aullidos indescriptibles.

El brazo de un escritor se retuerce. Luego se escurre por una esquina de un aislado espejo de cartera, que se sostiene con un soporte de fierro triangulado. Cuando quiera alejarme de ti reclutaré a un ejército de gatos y entre sus bigotes sitiaré a la frágil princesita de tez pálida, con apenas un pigmento de colorete.



Yo no se si será cierto, pero siempre en el medio del sujeto y el predicado está ese estorbo que es como una pelusita haciendo saltar la púa de un Winco.


Ahora eres los puntos suspensivos
Que finalizan malamente las oraciones
Antes de que su predicado
Done movimiento al actor.

Eres la invisible ofuscación
De todas las demás líneas
Que no nombran tu lores.

Un impresionante atolón
Cuya superficie impide
Que se junten los mares
Amén de su inmensidad.

Un Triángulo de las Bermudas
Cuya elemental imantación
Engulle los nuevos barcos
De las ilusiones.


Será como el tabaco que cuanto menos se fuma más fácil es de dejar. A medida que las noches desgasten las farolas que alumbran la plazoleta de Chinchibaya, habrá una alborada sin los corrosivos primeros minutos de sus voces hermosamente enloquecidas. ¿Pero qué pasaría si mi felicidad está en hacerla volver? Los relojes están por auspiciar la hora en que diariamente ella dejaba de telefonear a casa.




(Originalmente escrito en un amanecer
cuya fecha jamás se registró en este cuaderno)

sábado, 6 de febrero de 2010

Desde el tu hasta el sin ti





Hoy te fui a llorar a la misma banca donde ayer me senté para pensarte. Como si fuera un trofeo codificado –aunque no sea de tu amor, pues de tus celos-, orgullosamente hago un recorrido por tus reproches y tus malos modales, de los cuales fui una voluntaria víctima, pues solo al amortiguar con mi despecho los odios que aún no desquitas -ni siquiera con los fantasmas-, puedo esperar a que valores mi compasión. Las heridas que aún no se cierran supuran con el mínimo roce nefasto. Cuando comprendí toda esa reaccionaria cadena eslabonada con males intercalados con luchas, me senté a pensar en una cualidad que te defina en los momentos donde nuestros latidos son inevitablemente arrebatados. Y como si hubiera eyaculado gruesamente sobre tu entrecejo dispuesto, me distendí cuando al bautizarte “Rabiosa”.

Los infantes se tutean por las veredas de Salamanca. Y no puedo evitar reconocer una generosa porción de tu alma en su gritería.


Salpicada de mil te amo panifiqué sin memorizármela la fantasía de una conversación futura.

Mi vida arrastra sus días de confusión. ¡Ay, Dios! ¡Cómo voy a extrañar el tiru-tiru que nos acercaba cada mañana! Ya no me quiero evadir en las letras de mi suplicio. Tendrán que pasar años para que encuentre una voz más hermosa que la tuya. Los quizás ya no armaduran, y los tal vez no acorazaron. El cuadrúpedo arpegio del gato sobre el parquet ahora no alegra la tarde. Ojalá alguna maría llamara a mi corazón con tanta fuerza como lo hacías tú.

Y he aquí otro día que se llenó con el sin ti.

Fui como un pañuelito que se estrujó para secar tus lágrimas. Pero tu corazón extrañaba a otros. Conmigo tapaste los peligrosos vacíos de tu soledad peligrosa. Pero mis tercos textos nunca te interesaron del todo. Dejé de esperar tu llamada hace treinta minutos, me pasa todos los santos días a las nueve y cuarto. Ya no tiene sentido colgar poemas en el espejo, para que te recuerde mientras me afeito. Y el portarretratos no llegará a adornarse con tu expresiva malicia. Quizás te esperé demasiado: así me acosté en el tiempo desde el tu hasta el sin ti. Crueles alejamientos causa el bajo nivel del amor propio. Y sin embargo -aunque sabía el precio-, cambié todo lo que me hacía bello por este cuarto despoblado.




(Anochecer)

viernes, 5 de febrero de 2010

Enséñame




Tenemos la noble solemnidad como para concedernos tiempos generosos. ¿Qué es nuestro llámalo equis?, sino la sufrida contemplación de un sustancioso grano de arena, atravesando la crítica metamorfosis de huésped indeseado, hasta que por fin adquiere la trigueña belleza de su perla perfectamente esférica.

A veces acallo mis angustiosas fantasías imaginando que mi reaparición haya cicatrizado a todas, y cada una, de los profundos tajos y golpes que sufriste en el pasado. Y que en tu ser habite solamente yo. Necesito saber si es que al fin me he convertido en la razón de todos tus dolores: Necesito saber si únicamente yo me fui convirtiendo en un lastimoso grano de arena, irrumpiendo en la superficie de tu alma infinitamente dolida. Durante muchísimo tiempo le hice bienvenida a la incertidumbre, pues así quitaba la idea de acabarlo con todo, cuando en mis días y noches, infinitamente solitarios, no habías entrado tú.

Quiero seguir soñando que, igual a ese infiltrado, ahora yo también me he mezclado en la esencia de tus escrituras. En textos pasados he visto la demanda del entre tus líneas timorato, que se amedrenta diciendo amor y nunca me bendijo con un te amo, anhelado desde hace tiempo. Pero también es verdad que sigo roto: es como si múltiples granos de arena se hubiesen metido dentro de mí, y no hubiera placenta ni plasma lo suficientemente justo como para curarme de todos. Los importunios dejaron abiertas heridas que aún no consigo suturar con estos finitos nepentes, que las quebraduras enhebraron en la constructora aguja de mi conciencia infantil.

Dime qué significan tus puntuaciones invertidas en los títulos. Explícame qué estás sintiendo cuando dices que tú también lo lamentas: ¿lo lamentas por ti? ¿o porque te estoy perdiendo un poco más, tras cada uno de mis orgullos, que no son más que equivocaciones que inoportunamente designa el hado en el haber de mi fatua conquista?. Dime algo, hija de mi substancia: ¿Puedes salvarme de morir ahogado en esta mar de lágrimas? Sí… Yo también lloro. Fue mucho antes de hoy, cuando temí de la incerteza, de impotencia, de ardor, de miedo a haber nacido en una mar que nunca fue mía. Y sin embargo, aquí continúo por ti, para que mis cuidados te embellezcan hasta la perfección de tu naturaleza.

Déjame corregirte una vez más: la amistad verdadera debería escribirse como está dicho en tus líneas. Yo también opino lo que ellas. Aunque con una diferencia de tres letras: lo llamo Amor. ¿Acaso se percibe un sentimiento de amistad en los epistolarios para S? Pues yo te ofrezco lo mismo a ti. Y fue desde un principio, incluso sin conocerte.

A lo que ha sido la verdadera amistad en mi vida, le debo el obligado honor de haberme convertido en una perla imperfecta y defectuosa. Cuya hermosura se eleva por encima del nivel de lo normal cuando otros ojos la observan, pero que cae como una plomada si la filtro por el destilaje de mis valores.

Y a pesar de nuestros malhumores, a pesar de nuestra distancia, tratémonos siempre con la indulgencia de las palabras esforzadamente consideradas. Pues se aprende a cómo a amar siguiendo el ejemplo de cómo se nos amó.

Los niños aprenden a amar así.

Yo también quisiera acostumbrarme a vivir si ti. Pero eso lo haré cuando no me quede más remedio.

Yo no tomo a los kilómetros como una ofensa, o como algo que va haciendo cada vez más imposible el estar juntos. Sino como una inapelable verdad, que inexorablemente ha ido convirtiendo a las incertezas en algo más sublime que un te quiero. Pues ellos se dan tanto a los padres como a los amantes como a los niños. Pero decir mi vida, mi cielo, mi amor…

Ya no deploro la distancia cuando todo está en mis manos para ir hasta ti. Me basta una sola palabra tuya para que en 3 horas roce tus hombros. ¿O llamas distancia a la falta de nuestras condiciones?

Nunca será tarde para dar la dulce bienvenida a tus dulces palabras, vida mía. Pero yo también necesito un poema rodee a mi nombre en un enjambre de tus te amo.

Enséñame a estar contigo.




jueves, 4 de febrero de 2010

Astrea













-



Hoy eres los poemas aún sin escribir

cuya extensión son los versos

que se escribirán hasta la próxima tú.



Casi he desgastado tu bautismo

de tanto que lo nombro.



Y al evocarte soy de confundirte

con otros lores


que todavía no se esfuman.



Pues no apunté lo suficiente

sus sonoros alias.



Nos abandonamos cuando firmé mis odiseas

con ese seudónimo que me concedió

nuestro vínculo X.



Solamente volveré

a firmar como una almeja

si alguna vez vuelves a mí.

Pues nada de lo que viva

me hará sentir tan único.









4 de febrero, 2010

(llovizna)




lunes, 1 de febrero de 2010

Una recopilación de pensamientos es un poema




El Young malpronuncista suaviza la densidad del ambiente tocando otra vez The painter, puesto que esta mañana los cordones de tus zapatillas andan repiqueteando los inodoros mosaicos de una sala de espera. Siquiera el sr. Petty ha podido remendar mis alas rotas de arcángel, que ya hace tiempo se venían desplumando tras cada irreciprocidad del amor.

Recuerdo los días en que no era más que una andrajosa larva que se arrastraba mendigando la belleza de otras imágenes. Buscando mi tesoro caí a los pies de sus desprecios. Con mis palabras hincadas limpiaba la mierda de sus tacones. Y lustré la pinotea de sus salones diarios con mi dignidad regenerativa, que hervida en un caldo de reflexiones, día tras día volvía a resucitar como la santísima alianza del triskelion. Fui más paciente que la roca, siempre aguardando para que me contaran sus penas. Jamás me conmovieron los éxitos de los otros.

Pero ni un alma hubo a quien escribirle mi amador cuarteto inmétrico.

Hoy me he convertido en ti. Mi pasado se aglomera alrededor tuyo, y lo observas pasar sabiéndolo yerrado. De mi corazón conocen tanto los viejos como sufridos. Te enternecieron mis sofías al igual que mis ismos… en esos tiernos momentos me sentí amado.

Contigo aprendí que los celos no son tan listos como para entender de que este mundo sólo nos sirve para extender la fantasía más honda hasta que se choque en los límites de su frontera. A partir de ti es que descubro la insignificancia de los te quiero desesperados, mientras no haya abrazos mediante. Y que una cópula perdida cuenta más que un ciento de te amo; pues cada vez que somos humanos cuentan más para el corazón los sexos aislados en vez de una fantasía que perdure.

Que si nuestra alma es lo suficientemente noble, de vez en cuando es preferible apostar al autoengaño, si es que con ello se podría esculpir a la verdad que nos ha dolido… en un pasajero castillo de arena; al que seguro desintegrará las brisas sucedáneas. Pero en los cimientos de su inexistencia se alojará el honorífico sellado de nuestra tolerancia, amanecida en aras de ejercitar las pequeñas renuncias que pudieran salvarnos de los tiempos alejados. En ellas encuentro la distancia que separa a los amores fingidos y a los sacrificados.

Puede pecar en lo redudante decir deja volar aquello que amas. Pues tú me has enseñado que ya no puedo mejorar lo que amé.

Quizás cuando pude convertirme en Brad Pitt o en Russel Crowe (ambos de viejo) desperté a tu deseo por un minuto. Pero sé que tu querer no será capaz de crecer más que aquella noche.

Si me descubrieras maquetando mis historias sobre un rayado, acalla los respetos cinco minutos y cuéntame de tus secretos más básicos, de tus fobias inofensivas. Pero después deja que prosiga en mis desahogos cursivos: ellos pueden convertir a una princesa de porcelana en los sueños que necesito de ti. Así conseguí estirar a mi cordura por 2 meses, donde esparcidamente -algún dos- la tacaña Providencia me regaló el milagro de haberte hecho el amor de diferentes maneras.

A pesar que revivir viejas tragedias te hubiera partido en dos, abre la agenda en la N para reforzarte de vuelta en mí. Cree otra vez en las misteriosas lógicas del amor.











Que si estoy aquí es por ti.








jueves, 28 de enero de 2010

La vida sin ti

Quizás tu aliviadora inmediatez ahora proteja la desesperación que otro hombre sufre por no tenerte. Pues a mí me hizo sentir querido en más de una ocasión.

A veces tu inteligencia me resultaba dolorosa. Si te pedía que no me llamaras amigo, en un segundo recorrías todos los sinónimos que te aprendiste, pero en tus poemas nunca me has llamado como yo lo anhelaba. Por eso será que amé tanto: hasta lo más hondo admiro a las personas que se mantienen en su postura.
-
-
Pido a mi corazón que se despierte. Él escribirá sin la intervención de mis preguntas ni consejos. Pues aquí tengo una pluma con motor que una vez prendido escribe epopeyas enruladas. Con clásicos saltos de caballo astuto, frías damas zanjan de oeste a este los tableros en donde es regla del juego que el rey fallezca más de una vez. También la dama muere de vez en cuando, a diferencia de que ella son muchas. En una semana intenté amar a otras. Efímeramente cubrí tus cabellos espiraladados con una galera forrada en un bricolage de amantes. Las uñas del gato vuelven a oírse resbalando sobre el parquet acústico, pues Vicenta arranca para correr como una pickap atorada en el fango. Aunque ya no estemos juntos la algarabía de los chiquillos cumpleañeros traen hasta mi lado una ráfaga de tus hambrientos gemidos, vaticinando la multiorgasmicidad.

-
La llorona y acústica guitarra de Young
Aviva la dramática emoción de no tenerte
Colores mórficos de los atardeceres
-Que unos con otros se encimaron-
Desgastando el recuerdo de nuestros abrazos.

Perderte es una multitudinaria
manifestación de palabras atinadas.
Pero ninguna trae hasta mí
la filosofal consolación erudita.

Ni siquiera las voces letradas
Son un obstáculo confuso
Que impida escribir de tus ausencias.
¡Ay, díctame un poema
del que me sienta orgulloso!

Desde que comenzamos a simular
haber dejado de querernos
la vida han sido dos viernes
rodeados de catorce mañanas.

En cada una me levanté a esperar
la conversación que iniciaban
tus pomposos buenos días; tus cortitos holas,
conforme el tiempo trajo nuestros cuatro meses
vinculados.

Hoy entiendo que solamente fui yo
quien controlaba el almanaque
para que con un felicidades yo pudiera regalarte
la romántica peculiaridad de que los segundos
comenzaran a significar algo especial
desde nuestro primer abrazo:

La vida sin ti es una continuidad de ahoras
sazonados con los antes impregnados de ti

La vida sin ti es un ahora
que analiza infinitamente
el memorandum de tus albricias.

El momorandum de tus albricias
no consiguió salpimentar un solo segundo
de la vida sin ti.