domingo, 4 de diciembre de 2011

Me capitalicé en la nada (rare)








Vi cómo el delirio gobernaba el sueño mío
cuando desperté y corrí para escucharte.
Cuando te fuiste me capitalicé en la nada
Y de a una lágrima fui juntando mi fortuna.

De golpe se vació la bóveda sin remiendo,
sin tus tiernos llantos ni torpes rebeldías:
Cuando te fuiste me capitalicé en la nada
Y almacené una mar de esperas infinitas.

Quise escapar de mis haberes enfermizos
y fui atontado forastero en varias tierras
Leí la más triste colección de viajes a mi río
Cuando te fuiste me capitalicé en la nada.

Me capitalicé en la nada: La vida volvió a ser
un áspero vacío que atravesaba mi substancia
Me hice rico en los socorros de las letras
La vida me otorgó en un día por Dios establecido

la anonadada recompensa de los ay, de los suspiros…
Y de una lágrima similar que en el destierro.

Al vado fui a buscar los trocito de mi alma
que el mare magnum de pasiones había disgregado:
Llené cofres y cofres con aquellas candentes caracolas
Emblema de mis noches desveladas.

Al regresar la primavera revisé lo recogido
mientras duró aquel peregrinaje macilento:
Fui terrateniente de una preciada inmensidad de soledades
En cada hoja de la Biblia leía la Santa Escritura de la merma.

En una lluvia de quejidos despilfarré grotescamente
racimados millones en maravedíes de una lástima
Así floté sin arca en un diluvio de aflicciones
Y colonicé un continente de aislamientos

Limpié cada recodo de una mansión de contratiempos;
Con las últimas reservas compré un harén de adversidades;
Cedí a Dios el engreído numerario de mi suerte;
Cuando te fuiste tú me capitalicé en la nada.


Obtuve el gran acervo de un insomnio extraordinario
Con los vacíos trabajados logré acopiar un Himalaya
La útil necedad pasó la llave fiera al candado memorioso
Y lo enterré todo en un cosmos recorrido por tus penas.

Tocó fondo la más honda pesadumbre de mis días
Naufragó la carabela sobre el Ártico de un rencor filoso:
Cada día boté al mar una esperanza diferente
-Hasta que casi se vaciaron las bodegas-;
Y amanecí falto de todas las raciones.

Apilé tus caras en las tierras de Salem
-tus palabras, tus elogios, tus maldades-;
Y se formó una hoguera incombustible
Cuando te fuiste me capitalicé en la nada.





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