lunes, 22 de febrero de 2010

Extraño









Echo de menos a tus problemas cielo. La conmovedora indignación con la que me trasmitías tus penas. Improvisar soluciones para tus sufrimientos. Sugerirte denuncias para que tu romántica conciencia no te reproche el haber hecho la vista gorda a las injusticias que el Sino te tenía designadas. Echo de menos el sonar que hacía el eco de tus opulentas onomatopeyas cuando caminabas por el living y sentías el frío. Extraño esa desmedida desaprobación que te provocaban todos los gatos, desde que un felino desbordado se subió en ti para destrozar tu plumas a esquizofrénicos rasguñazos.



Tus suspensivos innecesarios…



Tus viscerales insultos cuando nos enfadábamos. La expectación que ponía en cada una mis palabras, deseando que me llegara una respuesta de ti. ¡Y tus lecturas! ¡Ay, Dios! Los camiones de bomberos y las ambulancias… Echo de menos preocuparme por tu incomprensible patología de alergia. Insistirte para que hagas tu Silva, o que me pidas instrucciones que al final no probarás.



Extraño tus errores.



Extraño ofenderme porque dejabas para segundo lugar a mis textos, y en cambio te ponías a hablar con un imbécil a 20.000 kilómetros. Extraño tu confusión, que te hacía elegir a veces tratarme como si fuera un desconocido. Tu despiadada historia y que corrijas mi seudónimo.



Extraño que cuando menos lo espero… lo eches todo a perder.




















22 de febrero


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