En Camboya los vietnamitas amputaron todos los bracitos vacunados en contra del tifus. Había un montón de bracitos. Así los días amputaron las alas de mi corazón. La vida es un gran ajedrecista: si esto es un juego que se trata de vencer o ser vencido, pues entonces el desamor es el fulminante jaque mate con el que la vida hace cima sobre nosotros. Con las distintas pesadumbres la vida nos va contando que llegamos a poner pies en la Tierra para convertir en mesurado un espíritu que se altera.
Al principio esperé tu llamada hasta las ocho y media todos los días. Y aunque hoy nada me hizo sospechar que llamarías hasta hace un ratito he reincidido en mi espera. ¿Para qué voy a volver? Aunque un silencio tuyo tape con agua el océano y con tierra un continente: ¿para qué regresar a ti? Ojalá con agua dulce el pasado se lavara, así yo como los peces de mi Tormes en los ríos me bañara.
31 de mayo [a menos cuarto de las nueve]
Atardecer
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